lunes, 1 de enero de 2018

Te imaginas el mundo al revés...

Había olvidado cual es su fuente de energía, su motor, sus ganas de vivir, qué era eso que la mantenía viva y le hacía levantarse cada mañana.

Apenas sentía la sensación de hambre y no recordaba cuando tenía esas ansias y ganas desmesuradas de comer porque ya no las sentía.

Le parecía que no veía bien, con la misma claridad que antes, que había perdido sensibilidad en el cuerpo, que el oído no era tan fino como hacía unas semanas, quizá sí su olfato.
Pero nada le proporcionaba el mismo placer que antes, ni olores, ni bebidas ni alimentos, ni siquiera el sueño llegaba a ser reparador y se sentía casi todo el día cansada y sin fuerzas, con sueño por las esquinas, como si fuera un autómata, un zombi.

Abría los ojos cada mañana y todo parecía irreal, como un sueño, como si siguiera durmiendo de alguna forma pero con los ojos abiertos.
Miraba despacio a su alrededor, intentando reconocer y hacer suyo y conocido todo lo que veía. Se miraba las manos, se fijaba en las líneas  que revelaban el hecho de que ya no era una niña sino una mujer y observaba sus dedos y sus uñas como si no las reconociera propias; las acercaba a sus labios para sentirlas y se daba pequeños mordisquitos en las yemas de sus dedos para asegurarse de que los sentía suyos.

Cerraba los ojos y los abría de nuevo como esperando que al hacerlo todo fuera igual que siempre, igual que antes, con normalidad y no como ahora que aún conociendo lo que le rodeaba y a si misma, increíblemente le parecía raro.



No había bebido pero se notaba como en una especie de trance o en un estado de embriaguez, que a falta de una exactitud mayor en sus palabras era todo cuanto podía asemejar a lo que pasaba.

A veces estaba con bastante tranquilidad pese a este estado extraño y otras veces simplemente no podía soportarlo, parecía que salía de sí, como si la mente no estuviera en su cuerpo, como si un ataque de pánico se apoderara de ella y temía volverse loca, perder el control, la cordura y aquello le obsesionaba.
¿Y si no se pasaba? ¿Y si no era algo temporal sino permanente? ¿Y si no podía seguir con su vida normal, estudiar, trabajar, establecer relaciones...? ¿Y si olvidaba todo lo anterior? A ratos le parecía demasiado lejana su vida cotidiana antes de "esto".

Le aterraba no volver a conectar, perderse y tener que vivir el resto de sus días sin explicación, ya no era como sobrevivir que era lo que hacía antes, ahora ni siquiera podía ponerle la palabra adecuada.

Esa noche volvería a cerrar los ojos de nuevo cuando fuera a dormir y solo esperaba que al día siguiente volviera todo a la normalidad.

2 comentarios:

  1. Interesante este texto.
    Un relato distinto al toque "Sara" que sueles utilizar. Ampliando registros, ea!
    Besitos.

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  2. Me conoces un poco, quizá es ficción, quizá es real. Distinto, desde luego. Un besazo, cielo

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