lunes, 17 de octubre de 2016

En la playa

Son las doce de la mañana. Es jueves. Acaba de empezar el mes de octubre y estoy en la playa.
Es una ciudad costera donde se sitúa el puerto más importante del país y uno de los primeros de Europa.

Las olas son el sonido en el que me concentro, pero el ruido de las grúas y el ruido de los barcos del puerto enturbian un poco encanto.

A penas unas pocas personas han venido a pasear hasta aquí, un ciclista suelto y algunos paseantes con sus perros aprovechando que es otoño y con pocos playeros seguramente nadie les dirá nada por traerlos y dejarlos correr sueltos.

Solo una chica se baña en el mar y busca cangrejos y algas para su acuario y llena botellas del agua para llevárselas consigo a casa. Pasea por la orilla mientras el sol y la brisa la secan.

Una mujer con dos perros pequeños y uno grande pasean por mi lado, el grande se queda mirando a la chica de la orilla, le mueve el rabo contento y se escapa de su dueña para ir con ella. No quiere volver a casa y la chica tiene que acercarse hasta que vuelve con los otros perros para seguir el paseo.
Río, sonrió mas que nada, todos los perros la aman y ella ama a los perros. No puede vivir sin ellos, no concibe la existencia sin tener cerca un can.

Seguramente es una de las razones por las cuales la quiero, alguien con esa capacidad de amar a otro ser vivo cuando aparentemente no te da nada... esa generosidad, su altruismo me fascina.

Algunos hombres andan sin camiseta y con pantalones cortos. Están morenos, seguramente vienen cada día a la playa. Hace calor, yo he venido en vaqueros y he olvidado la gorra en casa.

A lo lejos el humo de esas odiosa fábricas, la refinería, la empresa que trabaja con acero... hace poco hubo otra vez un vertido, una desgracia, otra estupidez del ser humano que paga la naturaleza, no podemos vivir sin ella, se nos olvida, pero ella seguiría sin nosotros tan tranquila.

La brisa me pone la carne de gallina aunque tengo calor, los restos de un catarro que aún estoy terminando de curar.

Un montón de camiones pasan desde el puente hacia el puerto con mercancías, cargados.

La chica se había alejado tanto que casi se escapaba de mi vista. Ahora llega, se acerca con algo en las manos, me sonríe, definitivamente ha traído algo. Un barco sale del puerto. Tendremos que volver pronto, de nuevo...

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